Cementerio Santo Amaro
Recife (Pernambuco – PE)
Recife (Pernambuco – PE)
La historia de la región nordeste de Brasil se inició en 1534, cuando Portugal creó las capitanías hereditarias. La Capitanía de Pernambuco fue destinada a Duarte Coelho Pereira. Hasta el siglo XVII, la ciudad de Recife fue sólo una pequeña aldea, funcionando como porto para la Vila de Olinda, entonces capital de Pernambuco. Esa situación se alteró a partir de 1630, cuando los holandeses, atraídos por la riqueza de la caña de azúcar, ocuparon la región. En 1637, el conde Maurício de Nassau trajo de Europa grandes arquitectos, ingenieros y paisajistas que condujeron una revolución urbanística en la ciudad: calles fueron planeadas y trazadas, varios puentes construidos, dando, así, un aire de metrópolis a la ciudad de Recife. Durante siglos, las personas fueron enterradas en las capillas. A partir de 1837, el Presidente de la provincia de Pernambuco, Francisco do Rego de Barros, en un plan de modernización e higienización de Recife, propuso la construcción del primer cementerio público de la ciudad, acción que fue aprobada solamente en 1850, con inauguración en el año siguiente, 1851.
El primer cementerio público fue el Cementerio del Senhor Bom Jesus da Redenção de Santo Amaro do Recife, que se localiza en el camino entre Recife y Olinda, próximo al ya existente Cementerio dos Ingleses. Los estudios y proyectos del actual Cementerio Santo Amaro son provenientes de trabajos consecutivos de una comisión, de ellos participando, como autor e idealizador principal, el ingeniero francés Louis Léguer Vauthier (1845-1916). Este proyecto es considerado por Gilberto Freire como uno de los primeros y más bien elaborados en Brasil. Ese local fue planeado de tal modo que el paisaje es distribuido igualmente entre los túmulos y las cuevas rasas.
El plan urbanístico del actual Cementerio Santo Amaro es de autoría del ingeniero, arquitecto y urbanista francés Louis Léguer Vauthier, que estuvo en Brasil de 1840 a 1846 y se tornó ingeniero de la Repartición de obras públicas de la ciudad de Recife. Fue responsable por varias obras, entre ellas: Teatro Santa Isabel, Mercado São José, Ayuntamiento de Recife, Fundación Joaquim Nabuco. El proyecto del cementerio trae alamedas, que se vuelven hacia la plaza donde está ubicada una gran capilla. Su dirección es Avenida Marqués de Pombal, número 1851. Se forman, así, cuadrados poligonales y triangulares, cuyos bordes son ocupados por la asignación de túmulos nobles y por mausoleos colectivos de hermandades, quedando las áreas centrales reservadas para las cuevas rasas. Su paisajismo geométrico es compuesto por árboles nativos y palmeras imperiales, plantadas de tal manera que se puede detectar el contraste entre las grandes masas de verdes con los túmulos monumentales y las sepulturas (VALLADARES, 1972, p. 1103, traducción libre).
En ese cementerio están sepultados barones, políticos, “nuevos ricos”, esclavos y personas menos abastadas del estado de Pernambuco. Entre ellos, citamos: Joaquim Nabuco, Barão D’Ouricury, Barão de Itamaracá, Barão de Mecejana, Comendador Manoel Bernardo da Silva, Família Moreira Alves, Manoel Borba, Gaspar de Menezes, Vasconcellos de Drummond, Agamenon Magalhães, Othon Bezerra de Mello.
Se trata de uno de los pocos cementerios brasileños instalados en el siglo XIX que siguió un plan urbanístico bien elaborado, idealizado de acuerdo a los padrones europeos. Se adoptó un paisajismo peculiar, plantando por entre las alamedas árboles nativos como la manguera y el jambeiro. Entre las varias y bellas esculturas del siglo XIX y XX, poner atención en A Virtude (La virtud), escultura de bronce, mujer altiva, cuyo atributo es el cactus, planta típica del nordeste brasileño. Ella está instalada en el túmulo de la Familia Magalhães. Destacamos, también, la instalación de varios mausoleos colectivos para atender a necesidades de órdenes religiosas y civiles. Allí existe un museo abierto completo de arte funeraria, que presenta desde modelos neoclásicos y góticos importados de Europa, pasando por los estilos art nouveau, art déco y moderno, hasta llegar a las sepulturas más simples, decoradas con flores de plástico. Frente a esa riqueza arquitectónica, urge restaurar y presentar esa memoria recifense.
El cementerio es una institución cultural de la sociedad occidental. La preservación de su patrimonio es una de las formas de legitimarlo, así como a las actividades artísticas y culturas realizadas in loco.
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